sábado, 16 de mayo de 2009


Camino silenciosamente por la habitación cubierta con terciopelo azul, un ventanal al fondo, daba a un jardín cubierto con árboles de limón y el olor del azar subía hasta aquella habitación. Al costado derecho de la ventana había un banquillo maltrecho y forrado en seda verde. Junto en frente al lado de la puerta un buro con un vaso de agua burbujeante, a la izquierda un sillón de macizo roble forrado con la misma seda verde y una chimenea apagada y mal oliente justo en el muro izquierdo. Tomo un libro viejo y húmedo que estaba al lado del vaso de agua y se sentó en el banquillo al lado de la ventana; quiso concentrarse en el libro pero la brisa que entraba desde el jardín movía la cortina de gasa sobre su cabeza y no la dejaba leer. Ella se puso de pie y cerro la ventana, de repente miro por entremedio de los limones y una figura se movía entremedio. Llamo a su guardián y le pregunto si el jardinero había ido aquel día, cuestión que el guardia negó dando por excusa que los domingos los pedía para poder visitar a su hija enferma en el hospital de la iglesia del pueblo. Ella se sentó nuevamente con una sensación de vacío en el corazón, retomo el libro y la ventana se abrió nuevamente, asustada se pone de pie de nuevo y el aire le susurro un secreto, este le dijo que entre los limones encontraría la paz que ella tanto buscaba luego de la muerte de su anciana madre, muerte la cual había desatado grandes depresiones en la pequeña joven. Su alma se remeció y no vaciló al salir de la habitación corriendo, su guardián le grita pero ella no podía escuchar nada, ya que en su cabeza solo está la voz de aquel espectro que le entrego el mensaje. Camino largas horas por entremedio de los limonares y nada encontró, cuando ya de tarde se dirigía hacia la casona y cuando sintió aquel viento estremecedor nuevamente miro hacia atrás y había un delgado joven sentado a los pies de el limón más viejo y la miro a los ojos, El se puso de pie y camino por entremedio nuevamente, la joven se sintió atraída por aquella presencia y decidió seguirlo. Camino por entremedio de la neblina que hacia la primavera en aquellos lugares. El joven entro a una humilde casa entre del bosque trasero de la casona y ella le siguió. Era una casita modesta y tibia, forrada en madera, era tan pequeña que no tenia separaciones, frente a la puerta se encontraba una cocinilla aleña y un mesón con algunas verduras al costado derecho una pequeña mesa redonda con un mantel rosa bordado con lirios amarillos, a la izquierda una pequeña cama de madera cubierta por mantas de arpillera sobre la cama esta el delgado joven quien la miraba con ojos grandes y alegres, ella pudo preguntar quién era, a los que el joven respondió ser el hijo del jardinero, la joven le creyó y no pregunto mas. Hubo un momento de silencio completo, luego el crujir de las tablas llamo la atención de la joven y lo vio ponerse de pie y agacharse para sacar algo de debajo, era una pequeña caja de loza fina con dibujos de golondrinas azules. El joven la pone sobre la mesita y la abre, de ella saca un pañuelo con las iníciales E.A, la pequeña pregunta de quién es y él le responde que le pertenecía a su madre y que ella le pidió a el de pequeño, que si la terrible enfermedad que la aquejaba le robaba su vida le entregara el pañuelo a la pequeña de esos días, hoy una adolecente. Ella lo toma y asegura nunca antes haberlo visto y el joven F. le dice que si luego le toma la mano y la lleva al pequeño portón que tenia la casa, ahí él le mostro unas marcas que estaban marcadas y le dijo que eso lo hacia el jardinero para ver cuanto crecía. Ella desconcertada le pregunta porque un sirviente se preocupaba tanto por ella y él le pregunta si conoce a la hija del jardinero y ella niega con la cabeza a lo que el joven comienza esta leyenda: “era una noche de abril, cálida de verano, mi madre estaba en cinta al mismo tiempo que tu madre lo estaba, comenzaron los dolores de parto y tu madre nos mando a vivir a esta humilde casa, mi madre triste dio a luz a una hermosa bebe de piel blanca y mejillas rosas, ojos dulces y la marca familiar un lunar en medio del cuello. Pocos días después tu madre comenzó con los dolores de parto y pario a una horrenda bebe con la cara deforme ojos saltones y de color rojizo, los doctores dijeron que no viviría mucho pero no fue verdad. Tu madre al ver que no podría vivir sin una hija, le pidió a mi madre que cuidara de propia y ella cuidaría de su pequeña y es así como tu naciste en la aristocracia llena de lujos y educación y es como la verdadera hereda pasa sus días postrada en una cama, este tu pañuelo tiene tus iníciales, Emilie Austin.” La joven se mira el cuello y ve la marca, por su mente pasa los abrazos y cariños de su madre y nuevamente sintió un calor en el rostro como el día en que supo que su madre adoptiva moriría y desmayo.

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